"Mi primera experiencia en Gravedad CERO"

Anonymous • jun 09, 2016
QUEREMOS COMPARTIR CON USTEDES UN TEXTO QUE NOS ENVIÓ UNA CLIENTA DE SU PRIMERA EXPERIENCIA EN GRAVEDAD CERO.

ESPERAMOS QUE LO DISFRUTEN.

¡SALUDOS Y BUEN FLOTE!


Todo empezó por curiosidad. Me enviaron el link de una página llamada Gravedad Cero: el primer centro de flotación en Bogotá. Entonces empecé a preguntarme de qué se trataba flotar dentro de un tanque de privación sensorial y cómo sería estar aislada de los estímulos. Hace un tiempo venía sintiéndome muy mal tanto física como psicológicamente, me sentía agotada de todo y de todos, aburrida con el mundo, confundida con mi vida y un poco desubicada…




Suelo ser una mujer de certezas, impaciente. No me gusta estar a la deriva, me encanta tener el control y normalmente soy un poco mandona, entonces al tener que salir de esta zona de confort y enfrentarme a las variables de la vida suelo estresarme al punto del colapso. Me ha sucedido varias veces que el cuerpo simplemente no responde y el dolor me obliga a parar, esto fué lo que me pasó hace mas o menos una semana y el motivo por el cual decidí agendar mi cita en este inesperado lugar. Según lo que había leído allí tendría la oportunidad de estar conmigo misma.

Siempre he querido realizar un retiro espiritual con voto de silencio. En algún momento poder y dejar de ser lo que la sociedad espera: la chica que socializa y responde preguntas. A veces simplemente quisiera que nadie me determinara, detenerme a ver el paisaje, imaginar y olvidar los problemas que me agobian, y de alguna manera este lugar parecía acercarme un poco a ello.

Llegué el viernes en la tarde con algunos minutos de retraso ya que mi sentido de ubicación parecía haberse perdido.  Abrieron la puerta y me invitaron a pasar. Mientras subía la escalera en mi mente pasaban muchas cosas, tenía miedo. Me preguntaba “¿y qué tal no pueda soportar el silencio y la oscuridad?, ¿qué tal si no puedo respirar?, ¿qué tal si no lo hago bien?, ¿acaso existía una manera correcta de hacerlo? Qué tal esté perdiendo el dinero y la sensación sea normal para mi… qué tal…qué tal…

Me dieron las indicaciones y me mostraron el lugar. Me preguntaron varias veces si tenía dudas y la verdad ninguna de las anteriores me pareció lo suficientemente inteligente como para ser expresada. Recuerdo la sala de espera sentada en un sofá verde viendo al frente muchas notas de personas que ya lo habían hecho. A la derecha una hermosa pintura galáctica circular y a la izquierda en una estiba con plantas sembradas. Esta esquina sí que llamó mi atención porque siempre he querido una de estas en mi sala. En cuanto al espacio, lo sentí iluminado, cálido, amigable, tranquilo, transparente...humano.

Entré entonces al lugar donde se encuentra el tanque de flotación; seguí las instrucciones, me bañé y procedí a entrar. Empecé a flotar con los ojos abiertos; la oscuridad me invadió, no tenia limites visuales, no sentía límites corporales, estaba flotando...entonces comencé a escucharme. Todo comenzó con el agitado latir de mi corazón. Luego, en medio de ideas que pasaban por mi mente, me percaté de la respiración: Fuí consciente de cómo el aire entraba, retumbaba, recorría mi cuerpo y salía. Entendí la sensación de cómo el aire también te alimenta, te alienta y te mantiene vivo, y esto fue una pequeña revelación.

A continuación siguieron las ideas, coherentes, incoherentes, hipótesis de situaciones imaginarias y reales se mezclaban sin prisa en mi cerebro. Dejé de sentir dolor en mi cuerpo, la comodidad se apoderó de mí, la temperatura era tan extrañamente adecuada que olvidé mis piernas, mi cadera y dorso, aunque en esta primera flotada la mayoría del tiempo fuí consciente de mis manos, lo cual no impidió que olvidara el resto de mi cuerpo. En algún momento sentí que giraba pero pensaba que por el tamaño del tanque esto era imposible, así que simplemente me decía lo “mentirosos” pueden llegar a ser tus sentidos.

Imaginé muchas cosas. Me dije lo que quería escuchar y lo que no, me pregunté cómo seguir la vida y qué hacer con ella, y debo confesar que no resolví ninguna de mis grandes dudas pero entendí que no son ni serán tan importantes como a veces las veo. Una de las razones por las cuales estaba allí fue mi necesidad de saber que todo va a estar bien y puedo decir que en verdad logré sentirlo. No estoy muy segura si dormí un momento o no, pero lo siguiente que recuerdo fueron más ideas acompañadas de una extraña comodidad con el espacio y curiosidad. Entonces empecé a buscar en donde estaban los límites del tanque, me moví por el, comprobé los 30 cm de agua sobre los cuales flotaba, pero al ser todo negro en mi visión sentí de nuevo que no existían barreras por lo que cerré los ojos y elevé las manos. Muy dentro de mí no quería alcanzar el techo porque me sentía en un espacio imaginariamente enorme. Lastimosamente rocé la parte superior de la cápsula, recordé en dónde estaba y al bajar los brazos los ubiqué arriba de mi cabeza. Sentí los hilos de mi cabello flotar inmóviles, recordé mi niñez cuando en la finca de los abuelos me acostaba en el piso con los brazos estirados arriba de mi cabeza y acariciaba el pasto mientras buscaba historietas en las nubes, de modo que abrí los ojos de nuevo, rocé mis dedos y sentí la sal. Me percaté de la densidad del agua, recordé que tengo un dorso, moví los dedos de mis pies y de nuevo me escuché…

La sesión acabó y tengo que decir que yo no quería salir, estaba cómoda, tranquila, feliz imaginado y recordando, Salí del tanque, me bañé y salí del cuarto a la sala.

“¿Cómo te sientes?”

Asentí con la cabeza, no quería hablar, estaba organizando ideas aún y no sabía definir cómo me sentía. Apenas me estaba incorporando de nuevo al espacio. No entendía bien qué había pasado… entonces me dijeron  “ tranquila… tómate el tiempo que necesites, si quieres puedes tomar algo, allí tienes hierbas aromáticas, agua caliente y fría, yo me retiraré. Cuando estés lista avísame”.  La puerta de una habitación se cerró y suspiré, me acomodé en el sofá verde, admire de nuevo las plantas de la izquierda, escribí una nota, me di cuenta que ya no podía escucharme y lo lamenté. Allí recordé la “revelación” del aire que me alimenta y sonreí, tomé agua caliente y luego un vaso de agua fría. Organicé en una ruta mental lo que ahora plasmo en letras, admiré de nuevo el espacio y la paz que en él habita. Luego cerré los ojos y descubrí una enorme sensación de amor (enserio, era amor desbordante) un amor hacia mí y hacia el mundo, y entonces llegó la certeza que había ido a buscar, ahora sé que todo irá bien, que nada es tan importante como a veces lo veo.

Me levanté de la silla y entre a la habitación contigua, recuerdo una cálida sonrisa.

¿Cómo te fue? – bien… muy bien… ¿qué pasa? –Me dijo- Solo te quiero abrazar, gracias. – le dije-

Fue increíble como el dolor de espalda se fué, el estrés que me había llevado allí ya no estaba y como si fuese poco yo me sentía llena de amor. Esa noche dormí cómoda y plácidamente, descansé como nunca. Al despertar ese sábado estaba más segura de que algo había cambiado dentro de mí. Aún no he descubierto de qué se trata pero hoy la sensación continúa. Hoy siento que veo el mundo más cálido y que soy una mujer más feliz.
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